Dentro de la Actividad de Investigación
Cualitativa en el Valle del Yaqui, se visitaron tres localidades San Ignacio Río Muerto,
Pueblo Yaqui y el Campo 28. Para lo cual se inicio con una observación en busca
de particularidades de cada asentamiento que incluía el acercamiento a los
vecinos de esos lugares y poner en marcha lo aprendido en clase como la forma
de abordar a las personas en busca de información, el cuidado en las
entrevistas , la toma de fotografías y
el uso de grabadora.
Empecemos con la localidad de San Ignacio Río Muerto, pudimos apreciar un lugar con servicios municipales como
agua potable, luz eléctrica, pavimentación, escuelas desde preescolar hasta la
preparatoria, estadio, casas en su mayoría construidas de material. San Ignacio nace como
ejido a partir de las invasiones de tierra que los moradores en los años setenta
hacían exigiendo al gobierno quedar
dentro del reparto de tierra que se había prometido. De esta manera llego la
confrontación entre los invasores y el ejército que venía desalojarlos; una muy
mala decisión por parte de las autoridades que termina con un saldo de siete
personas muertas y a partir de ahí se funda este ejido ha tenido como héroes a
los llamados mártires caídos ese día y la historia de esa localidad ha girado
sobre ese desafortunado suceso.
Dedicados a las labores agrícolas, ganaderas y de pesca, este lugar ha
prosperado mucho desde antes que se hiciera Ejido, lo dice la señora Irma quién
oriunda del lugar pero vive en Hermosillo que amablemente accedió a darnos
algunos datos pues ella salió del lugar mucho antes de que fuera lo que hoy es,
de los eventos sucedidos para convertirse en Ejido: haciendo
una comparación nos dice que
San Ignacio era muy pobre, casitas de materiales que proporcionaba el
mismo monte, pero con grandes huertas y además un Río muy bonito y no tan
muerto como su nombre, nada parecido a como se ve hoy.
Para
pasar a lo que es Pueblo Yaqui, durante
el trayecto se observa un paisaje sumamente espléndido con tierras de cultivo
preparadas para siembra algunas y otras con maíz el cultivo de esta temporada y acompañados todo el trayecto de canales de
riego y drenes a los lados de la carretera y de repente atravesando algunos
canales de mayor tamaño llevando caudales de agua a esas tierras. También se
pueden apreciar un sinnúmero de negocios de mariscos a la orilla de la
carretera, venta de maíz, naranjas y sandías.
Sobre la calle principal se encuentran una
serie de negocios locales y de cadenas, además se observa un edificio
abandonado que me llama la atención del Banrural, pero al seguir me encuentro
con la estatua del Gral. Lázaro Cárdenas cuya placa decía “Los ejidatarios
agradecidos dedicamos el presente reconocimiento y memoria al más grande
interprete de nuestra Revolución e impulsor de la Reforma Agraria” pues esta
localidad nació con la apertura de los Ejidos en los años treinta como política
del gobierno federal considerada dentro del Plan Sexenal para dar impulso a la
agricultura y dotar de tierra a los solicitantes como lo eran los jornaleros,
vecinos, etc. Siguiendo el recorrido observe los servicios escolares como 2
Escuelas Secundarias y un Cobach y el servicio urbano de camiones. Las casas de este sector centro son sin duda
de muy buen material, grandes espacios y buena parte de las calles de este
lugar están pavimentadas, contando con todos los servicios municipales. Una
comandancia de policía y varias patrullas haciendo recorridos.
En el
lugar donde me encontraba entre las escuelas y una plaza estaba lleno de
jovencitos que vienen de los diferentes campos a las escuelas pero también hay
personas de mayor edad haciendo diferentes actividades y es ahí cuando
abordamos a Don Isaías señor de más de setenta años el cual nos platica los
inicios de ese lugar antes de que fuera
Ejido y sus primeros pobladores como lo fueron personas del sur del
Estado o de Sinaloa y de personas extranjeras como chinos, cubanos y
estadounidenses cuyos descendientes todavía se encuentran en la localidad. Mis
preguntas se dirigieron acerca de la contaminación del Valle por los cultivos y
efectivamente Don Isaías hace algunas aseveraciones como que cundo los aviones
fumigaban el campo dejaban prendidas las llaves y pasaban por el pueblo todavía
dejando vestigios de fumigante, entre otras cosas, pero para estar más certeros
en esa información me recomendó pasar al centro de salud del lugar, solo que el
tiempo apremiaba, además de la actividad pesquera deja también mucha basura
pues se pela el camarón y los desechos quedan tirados y muchas veces los dejan
en los canales de riego, o sea de una actividad agrícola se pasa a una pesca y
resulta la contaminación. Además de que nos hizo referencia que la gente que
trabaja en el campo es gente del mismo lugar casi no hay traída del sur como en
la costa de Hermosillo.
Después
de una agradable charla con Don Isaías pasamos hacia más adentro del pueblo
hasta llegar al panteón, hacia ese lugar ya no hay pavimento pero las casas
siguen siendo grandes solo y de diferentes materiales como lo puede ser
ladrillo y concreto como de adobe y tierra.
Continuamos nuestro camino
encontramos el otro lugar el
campo 28, que está muy cercano a Cd. Obregón y a la Laguna del Náinari. Un
lugar pequeño pero con mucha historia y vestigios de un pasado lleno de
actividad agrícola pues parece un museo, en el lugar hay tres edificios
principales que son la casa familiar, un despacho y que a la vez había una bomba
de 4 pulgadas para el suministro de agua y un Gran Almacén.
EL Sr.
Edmundo Domínguez Flores capataz del
lugar con treinta años de trabajo accedió a platicar y darnos información del
lugar, él nos hace referencia que los edificios tienen cerca de 200 años. De
ese minimuseo de maquinaria nos explica que hay trilladoras, arroceras
estacionarias donde se moneaba el arroz, cultivo de ese campo junto la linaza
en tiempos anteriores.
El
lugar pertenecía a la familia Almada Parada con Don Guillermo Almada y paso a
manos actuales de la familia Parada Laborín con el Sr. Guillermo Antonio
Laborín . En sus inicios esta propiedad era de 10 000 hectáreas pero con las
sucesivas reparticiones de los años treinta y los años setenta de tierra solo quedo de 100 hectáreas. Pero para la calle Meridiano había otras 200 hectáreas.
Le
preguntaba que problemáticas había en el lugar, pues enfrente de los edificios
de la familia se encontraban rodeando al Almacén las casas de los trabajadores
pues el patrón de antes les había regalado esa tierra para que construyeran sus
casas. Y ahora el Ayuntamiento de Cajeme quería que pasaran a ser parte de él y
brindarles los servicios necesarios; pero el patrón los convenció aduciendo que
pagarían prediales, los trabajadores que hoy son los nietos y biznieitos de las
personas a quienes se les dono el terreno aceptaron con la condición de que
construyera una iglesia y otra escuela cuyos cimientos se dejan ver en medio de
las casas, enseguida de la escuela y enfrente del Almacén.
Me
llamo la atención que dentro del edificio que era como oficina había esa bomba
para extraer el agua y tome varias fotos se encuentra la entrada al pozo pero
ya no había bomba porque la habían sustraído del lugar.
Entre
los tres lugares visitados entre sus semejanzas encontramos que son del mismo
Valle, que están cercanas. Entre San Ignacio Río Muerto y Pueblo Yaqui son
Ejidos que se formaron en diferentes tiempos pero que fueron tierras
expropiadas, una nacida del Proyecto de un Plan Sexenal y política del gobierno
Cardenista para impulsar la industrialización en el campo y el otro de un
evento de invasión que termina con la muerte de jornaleros y de ahí un
descalabro para el gobierno de Carlos Armando Briebich que fue depuesto del cargo
de Gobernador.
Mientras que el Campo 28, es propiedad de familias de abolengo, cuya propiedades se
fueron vieniendo a menos por las expropiaciones
y reparto de tierras del Yaqui.
CONCLUSIONES.
Con lo
que me quedo de esta actividad es de qué manera se puede aprovechar a un buen
prospecto para hacer una entrevista, no contaminar la muestra sobre todo cuando
se está grabando, un tiempo suficiente y llevar un buen repertorio de
preguntas, y evitar la improvisación para sacar más provecho y de ahí pueda
surgir problemáticas que nos puedan llevar a una mejor investigación
cualitativa.